TEN CUIDADO DE TI MISMO Y DE LA DOCTRINA
Habría los que se cuidan tanto de Sí, que olvidan de la Doctrina. Los que cuidan demasiado de cierta Doctrina, no siendo la de los Apóstoles, que terminan descuidando de Sí; y también los que cuidan de Sí y de la Doctrina, intentando con ello salvarse a sí mismos y a los que le oyeren, muriendo en el intento.
El cuidado personal debe ser equilibrado y debidamente comprometido con Dios y su Plan Eterno, su Voluntad y sus Deseos, sino construiremos un templo pensando que con ello le honramos a Dios; cantaremos o alabaremos de palabras, abstrayendo gloria para nosotros mismos; socorreremos en algo a un prójimo, pensando más en ganar la vida eterna y un pos-doctorado, e no en el bien del otro, o elaborando una idea, la lanzaremos, esperando llegar a ser famosos y reconocidos, cuando Jesús fue claro en decir que quien gana su alma [mente, voluntad, emociones] la pierde, y quien la pierde la gana. Por causa de estos límites, peligros y riesgos, es que lo debemos balancear con doctrina. ¿Pero qué doctrina reduce la hinchazón, baja el peso, y no enferma de anorexia?
La obsesión por la buena alimentación espiritual por medio de doctrinas o recetas equivocadas o creadas por quienes no se formaron en la Doctrina de los Apóstoles, tales como ayunos, penitencias, abstenciones alimentarias, obligarse a orar de rodillas, sacrificios innecesarios y con fines equivocados como un amigo angolano en Londrina, Paraná, Brasil, se maltrataba en su habitación como “para el Señor” y joven que falleció de hipotermia, carece totalmente de eficacia espiritual. “Tales cosas tienen a la verdad cierta apariencia de sabiduría en adoración voluntaria, en humildad, y en duro trato del cuerpo, pero no tienen ningún valor para la satisfacción de la carne”.
Pero lo más absurdo de todo mismo, es después de salvos todavía depender de ordenanzas que nos restrinjan, o gobiernen [Cl. 2. 14]; reverenciar principados y potestades mundanas y diabólicas, respetándolas y temiéndolas, como si algún derecho sobre nosotros les incumbiera [15]; dejándose juzgar, o juzgando a otros en comida o en bebida, o respecto a días de fiesta o de luna nueva, o de sábados [16]; viviendo en sombras placenteras y de relativa confianza y “cobertura”, pero oscuras, y no en la luz del Cuerpo de Cristo en que los excesos, las deficiencias y la escasez aparecen y son normalmente reprendidos por ella [17]; dejando de crecer y madurar en dones y ministerios, revelaciones, sabiduría, y recompensas legítimas por vivir en la armonía y el equilibrio del Cuerpo de Cristo, por la atrevida presumida y ostentosa espiritualidad de miembros del Cuerpo que se creen superiores porque vieron un ángel, o tuvieron un éxtasis o arrebato [18-19], siendo que todo lo del hombre pasará, porque es aparente y no combate las apetencias de la carne.
Si no nos cuidamos de nosotros mismos adecuadamente, ni cuidamos de andar de veras, en la única Doctrina de Dios y de Cristo, la Doctrina de los Apóstoles, defendiendo la calvinista, la arminiana, la pentecostal, la de la impostora santidad, la de la Teología de la Liberación o la de la Teología de la Prosperidad que engañan para que en el afán de salvarnos a nosotros mismos, y salvar a los del mundo, nos extraviemos y seamos juzgados con el mundo, por dejarnos enredar en política, economía, moral, y negocios que aunque nos prosperen, nos quitan de la Plenitud y la Compleción de Cristo [2 Ti 2.4 “Ninguno que milita como soldado, se enreda en los negocios de esta vida…”] ; [2 Pe 2.20 “ si enredándose otra vez en (contaminaciones del mundo) son vencidos, su último estado viene a ser peor que el primero”]. Con “no hablar más de lo contaminante”, no nos salvamos; nuestra salvación está en el cuidado personal y en el de la verdadera Doctrina salvadora, "persistiendo en ello".
Tito Berry
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